M A D R E S

Durante toda mi vida, he tenido el privilegio de estar al servicio de mucha gente. Muchos de ellos pasaron horas cerca de mi compartiéndome sus circunstancias, sus penas, sus alegrías, sus aciertos, sus desaciertos... o simplemente porque se sintieron a gusto con mi presencia y con mi charla. Con cuánta alegría recuerdo... todos esos momentos. Hay mucha gratitud en mi corazón al recordar a cada uno de ellos... no me olvido de ninguno.
Cada vez que volvía a casa agotada por el día de oficina, llevaba conmigo una alegría interna que me sostenía y me apresuraba para volver al día siguiente. Era ese servicio... estar con la gente, escucharles, compartir con ellos, atenderles, hacerles sentir que yo sólo era una representante.
Una representante de Cristo. Con cuánto placer y regocijo puedo reconocerlo ahora.

No significa que en casa sucediera lo contrario, aunque debo reconocer que la presión por todo lo que se vivía en el día, hacía que mis palabras sean más apuradas, mis comentarios más cortos, a veces la voz más alta para hacerme entender, o premura para resolver algo, pues ya deseaba descansar de la tarea.

NO ES FACIL, ser madre en estos tiempos difíciles. Sobretodo si lo que falta es el tiempo.
Pero tomé una decisión desde este año. Amanece y agradezco a Dios por los míos, estoy de pie una hora antes para que todo pueda salir bien... beso a los niños, los despierto sin apuros. Les preparo un riquísimo y nutritivo desayuno, les ayudo a vestir el uniforme y los animo a que tengan un excelente día... mientras disfrutan el desayuno les hablo del significado y el privilegio de ir al colegio, (nada me entusiasma más, sino al verlos devorar su avena con granola y ceral, y disfrutar los huevos recién hechos). Peino la larga cabellera de Noelia, con cuidado. Sé cuánto ama su pelo. Observo a Diego, y me deleito al reconocer que amaneció más hermoso y crecido. Salimos juntos a buscar el bus... y espero uno vacío, pues tenemos tiempo... Viajamos los tres bien sentados y me asombro cómo mi pequeño hijo de 9 años, ya se va abriendo paso por la cotidianidad y la vida, y cómo los ojitos chispeantes de Noelita, no se pierden nada de lo que sucede en el camino... y doy gracias a Dios porque estoy allí con ellos, respondiendo a sus preguntas y dándoles las pautas de comportamiento y consideración.
Vuelvo a casa tan temprano, que puedo disfrutar el desayuno con mi esposo...
Intento ahora como una aspiradora, absorber cada detalle y cada necesidad... deseo cubrir cada momento del día.
QUE CAMBIO Y QUE DECISION TOME? Decidí servir a mi familia.
Y me sorprendo de lo riquísimo que es al dedicarles todo ese tiempo. Disfruto ahora, porque llegué a la comprensión, aquella comprensión que hace que las cosas sucedan... que servir a mi familia, es servir a Cristo.

¡¡FELIZ DIA A TODAS LAS MADRES DEL MUNDO!!

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