SON AÑOS DIFÍCILES...
No es fácil ubicarse en el presente y quedar impávido al observar todo lo que sucede a nuestro alrededor.
La celebración del décimo aniversario de la desaparición de Las Torres Gemelas, es una reflexión que nos debería merecer un momento de sobrecogimiento para que las lecciones se fijen en nuestro ser y no perdamos sensibilidad por el sufrimiento de tanta gente.
Muchos viven estos días con angustia por el vaticinio Maya en el Códice Dresde, de que "algo" sobrenatural sucederá el próximo año, cuando Venus y Jupiter queden alineados y éste último transite alrededor del sol una vez más... cosa que dicen no ha sucedido en similitud desde el año 1040.
La incertidumbre y la angustia de la gente víctima del terrorismo y la toma de armas, así como el descontento de naciones al comprender que sus gobiernos son corruptos y no queda otra alternativa que anhelar un gobierno donde álguien los tome en cuenta.
Las miles de protestas por enes razones pidiendo justicia y gritando desde las entrañas que álguien se interese en sus casos.
La maldad, que ha cauterizado conciencias de delincuentes que no valoran la vida y la cambian por un puñado de dinero o por un par de zapatillas.
La desazon que embarga cuando se comprende que hay Instituciones, Organismos y Entidades que en nombre de Dios esclavizan, violan, envilecen y transtornan, para que una cúpula se perpetúe y viva económicamente de la fe de los fieles.
La "eterna" lucha de nuestros hermanos en Oriente que no hallan paz en muchas de sus naciones y conviven con guerras interminables...
La indiferencia de los que una vez se llamaron "amigos" y rápidamente dieron la espalda, porque ya no vas con sus intereses...
El poder económico de unos cuantos seres en el mundo, que miran sobre el hombro, el hambre de multitudes...
Y nosotros...
Ansiosos de contribuir con lo que somos, pero que en suma somos tan pocos, porque sino ya hubiéramos cambiado el mundo...
Son años difíciles... pero aquí estamos. Estamos para iluminar... pero tiene que ser desde arriba, para que nuestra pequeña luz pueda brillar.
La celebración del décimo aniversario de la desaparición de Las Torres Gemelas, es una reflexión que nos debería merecer un momento de sobrecogimiento para que las lecciones se fijen en nuestro ser y no perdamos sensibilidad por el sufrimiento de tanta gente.
Muchos viven estos días con angustia por el vaticinio Maya en el Códice Dresde, de que "algo" sobrenatural sucederá el próximo año, cuando Venus y Jupiter queden alineados y éste último transite alrededor del sol una vez más... cosa que dicen no ha sucedido en similitud desde el año 1040.
La incertidumbre y la angustia de la gente víctima del terrorismo y la toma de armas, así como el descontento de naciones al comprender que sus gobiernos son corruptos y no queda otra alternativa que anhelar un gobierno donde álguien los tome en cuenta.
Las miles de protestas por enes razones pidiendo justicia y gritando desde las entrañas que álguien se interese en sus casos.
La maldad, que ha cauterizado conciencias de delincuentes que no valoran la vida y la cambian por un puñado de dinero o por un par de zapatillas.
La desazon que embarga cuando se comprende que hay Instituciones, Organismos y Entidades que en nombre de Dios esclavizan, violan, envilecen y transtornan, para que una cúpula se perpetúe y viva económicamente de la fe de los fieles.
La "eterna" lucha de nuestros hermanos en Oriente que no hallan paz en muchas de sus naciones y conviven con guerras interminables...
La indiferencia de los que una vez se llamaron "amigos" y rápidamente dieron la espalda, porque ya no vas con sus intereses...
El poder económico de unos cuantos seres en el mundo, que miran sobre el hombro, el hambre de multitudes...
Y nosotros...
Ansiosos de contribuir con lo que somos, pero que en suma somos tan pocos, porque sino ya hubiéramos cambiado el mundo...
Son años difíciles... pero aquí estamos. Estamos para iluminar... pero tiene que ser desde arriba, para que nuestra pequeña luz pueda brillar.