Muerte Súbita...
El fin de semana pasado, todo hacía parecer que sería una semana más del mes, una más del año. Como siempre, el deseo más grande de todo cristiano es estar desde temprano en la casa de Dios, para adorar. Probablemente ese ardor de estar en Su casa un día que mil fuera de ella, nos hizo posponer el malestar que se sentía. Lo cierto es, que el día lunes, muy temprano al hacer mi devocional personal y compartirlo con los visitantes de EDIFICANTE en el FB... me sorprendí de los saludos de pésame que leía todos dirigidos a mi mejor amigo. Casi sin comprender, revisé y encontré la fatal noticia. Leonor había fallecido la noche anterior. ¿Cómo puede ser esto posible? , me dije... Atarantada por la situación que mi amigo estaría viviendo me dediqué a revisar minuciosamente cada post, definitivamente había sido una muerte súbita.
He pensado en esto cada día que ha transcurrido. ¿Qué propósito trae consigo una muerte súbita? Dios que controla el universo y la vida de cada ser humano no se equivoca al transmitirnos su mensaje. También es claro que cada ser humano que rodea a la persona que deja de existir tiene un alto que hacer para evaluar el mensaje, tiene una reflexión que hacer, tiene una lección que aprender. ¿Tenderemos ahora a hablar de patologías congénitas o aneurismas cardíacos? ¿Hablaremos acaso de situaciones fortuitas o de falta de asistencia médica? Hablar así nos inclina a limitar la acción de Dios. Yo me reafirmo al decir que es Dios que nos está hablando así como lo ha venido haciendo a través de todas las generaciones que nos anteceden. El tiene un mensaje específico para cada persona alrededor de Leonor y nos conviene hacer una pausa y meditar en el mensaje para corregir, para enmendar para comprender el deseo de Dios.
Siento tanta pena en mi corazón por mi amigo. No porque quede sólo, desprotegido o desconozca la paz que su Dios le derrama y que sobrepasa todo entendimiento... me apena su corazón de Gepetto. Por ella, no tengo sentimiento de dolor, pero si de muchos recuerdos buenos. Recuerdos de una mujer elegante, dirigiendo siempre las palabras exactas. Mirando siempre con ojos de comprensión, amando apasionadamente a su familia. Ella está con mi Señor. No siente dolor, angustia ni pesar. Ella ahora está completa en Su Señor. También sé que su hija se aferrará cada día más a la vida y a su misión y seguirá el camino que Dios le ha trazado y al lado de su padre encontrará el sosiego que llegará... claro que llegará.
Mientras tanto... mi corazón se abre, y ruego al Espíritu Santo que aclare, que insista, que profundice y me haga comprender el mensaje de Dios para mi.