Una mirada con ojos argentinos...
He tenido el privilegio de visitar Argentina una vez más, y he quedado encantada de nuevo. He podido gustar nuevamente el frío helado, el sonido de sus truenos y las luces de sus relámpagos. Ver por la ventana de la habitación esa lluvia acompasada, por momentos torrencial y por momentos lagrimosa. Su urbe, y sus alrededores. Sus árboles pelados contrastando con sus árboles frondosos verde limón y sus calles. Ese encanto de luces nocturnas y su avenida de Teatros esperando encandilar a sus visitantes. Y por donde vas... ese obelisco, que te sigue... y te hace pensar por qué las avenidas son tan grandes, tan anchas, y por qué hay tanto orden en las pistas. Atravesar Puerto Madero y sentir la vida en ese malecón. Esta vez, mi experiencia ha sido diferente. He disfrutado del calor de amigos de antaño. Las noches han estado adornadas de recuerdos de adolescencia, y de día he llenado de color mis ojos. Saborear una sopa caliente recién hecha con orégano flotando entre los fideos, o degustar la más sabrosa carne acompañada del bouquet de un Vasco Viejo y la fragancia de los amigos. Sorprenderte por una puesta en escena colorida, llamativa, musical y remembrante al son de ¡Mamma Mía!, y sentir el calor de los que hacen posible que vuelvas a tu ayer. Transitar por ese "Caminito" y aplaudir el arte, la lisura y el baile al compás del Tango. Quedarte con una fotito, de una pintura fantástica sin letrero que te frene "No tomar fotos" y disfrutarla aunque desconozcas al autor... o sorprenderte por la inmensidad de ese Río de La Plata, que te hace comprender que así de grande eres y que cabes en un metro 68 de estatura... y ver esos bosques extraños de árboles pelados y frondosos a la vez, como si se hubieran sembrado por capricho, de a grupos... Y, cumplir mi misión.
Me he sentido muy humana y he comprendido al hombre recostado en el suelo, donde pasará la noche porque no tiene un sitio a donde ir... o ver alejarse la silueta de ese padre seguido por sus hijas aún pequeñas, con sus bolsas de basura para reciclar... de las jovencitas que con piernas desnudas y diminutas faldas caminan directo al boliche, sin importarles el frío que cala... o de aquellos jóvenes que presurosos terminan de laburar, y de aquellos chicos y chicas que se buscan al término de la semana para compartir momentos imposibles de vivirlos en su patria, por ahora; y me he apenado por los miles de seres humanos que no pueden desprenderse del humo de un cigarro. Mi mirada se perdió viendo las laaaarrgas colas esperando un bus porque la Subte no funcionaría por décimo día. Me he sentido bien al comprobar la delicadeza del usuario preguntando si el bus donde yo iba, pasaba por su camino... y me alegré de que en medio del transitar de una nación, Argentina sigue siendo más grande que el problema de sus metrovías.
Ya de vuelta a casa, con mariposas en el vientre por ver los ojitos de mi familia, me sorprendo de lo bien que está mi Aeropuerto, es decir, el Aeropuerto del Perú y suspiro, sin importar que al tocar el timbre en Aduanas me de rojo. Disfruté mi viaje, claro que lo disfruté!