Migraciones


Escribí esta reacción ante la entrevista que le hiciera Milagros Leiva al Sr. Ricardo Belmont, y por supuesto lo publiqué como un comentario.
“Creo que enfocándolo desde nuestra casa, es más fácil de entender. Si como familia, yo me siento en posibilidad de ayudar a un migrante, eso significa que acepto la convivencia con todo lo que su estadía implique, gastos incluidos. ¿Qué pasaría si poco tiempo después mi invitado trae a su hermana, a su mamá, a su tía y a su abuelito...? COMO DUEÑA DE CASA, tendré que tomar una decisión al respecto. Porque si acepto, mi casa colapsa. Tendríamos que salir mi familia y yo, y establecerse mi invitado y su familia. El gobierno no ha contemplado QUE LA CASA PUEDE COLAPSAR. No es cuestión de ayuda humanitaria. No existen normas para cohabitar en la misma casa. Nos han tomado por sorpresa. Y el peruano criollo les está sacando todo el provecho posible, en los negocios, en los empleos, en los alquileres... Y los perversos, aquellos que delinquen, han venido a robarnos nuestra paz, a saquear y a matar. OTRA COSA HUBIERA sido que hayamos PLANIFICADO recibir a un determinado grupo de migrantes como ayuda humanitaria. ¿Acaso no aprendimos de los migrantes cubanos que llegaron a Perú en el año 1980? De los diez mil cubanos asilados en Cuba, entraron 1000 a Perú... y estuvieron hacinados hasta que se pudo encontrar una solución. ¿Eso es ayuda? Si tomáramos en cuenta que la próxima generación será una generación mixta, "algunos hasta se atreven a decir: que estamos mejorando la raza"... ¿Mejorando? ¡Perdiendo identidad será! AYUDAR NO ES MALO, pero si no tenemos normas que indiquen: Cuántos van a entrar, en qué zona de Perú se van a ubicar, cuál va a ser el aporte de Perú para ayudarlos a salir de la crisis y cuál el aporte de ellos para mejorar nuestra nación: mejor no. ¿Qué pasa con nuestros migrantes de la selva? Se han olvidado de los Shipibos Conibos... les prometieron construirles casas y hasta la fecha viven en la miseria y durmiendo entre cartones. Si viajan a 2 o 3 horas de Puno o Cusco, encontrarán a niños peruanos, que tienen que caminar dos horas para ir hasta sus colegios. Sin mencionar a nuestros hermanos de Huancavelica, o de la sierra de La Libertad y de otras latitudes de Perú. ¿Qué pasa con la ayuda que ellos necesitan? "En casa de herrero, cuchillo de palo".
Conclusión: ¿Soy xenofóbica por mi posición respecto a la migración venezolana? No. Creo en la ayuda, pienso que cada peruano debería hacer su parte humanitaria frente a las migraciones. En lo que no estoy de acuerdo, es que sigamos viviendo en la informalidad, que nos apoyemos en la lástima y falso altruismo. Que el gobierno no nos represente y no modele y no tenga normativas para estas decisiones tan importantes y de tanta trascendencia; que no haya un plan de ayuda, que se proceda “así nomás”. Por eso es que el problema se vuelve un caldo de cultivo, y el migrante termina siendo sacrificado de por vida, con sueños truncos, vidas rotas y añoranzas eternas que van hasta la tumba. Sino... de los 1000 cubanos que llegaron a Perú, y de los 800 que se asentaron en Villa El Salvador, cuántos son residentes 35 años después? 14. La gran mayoría se fue en cuanto pudo. Tómese un tiempo, converse con una de las señoras del lugar... y verá que no es suficiente la “ayuda social”. Son vidas rotas, pobres, truncadas para siempre.

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