¡Feliz Día Mami...!!

Dieciséis años atrás, si hubiera tenido que escribir algo sobre las madres lo habría hecho desde la experiencia de mi madre, sus cuidados, su esfuerzo, su cariño y sus deseos para sus hijos.
No es lo mismo haber transitado el camino y luego tocar el tema.  La mayoría de los padres nos disculpamos ante cualquier situación mencionando que "nunca ha habido una escuela para padres".  Ahora pienso que no es así. La primera escuela, la que realmente cala e impregna un modelo, es la escuela de nuestros padres.  Irremediablemente, tenderemos a criar a nuestros hijos "de la manera" en que nos criaron a nosotros. Cuanto más conocimiento hayamos adquirido y cuando más nos hayamos "civilizado", mejorará la crianza en nuestra propia familia.  Esto pasa hasta en las cosas más sencillas. Por ejemplo, la manera en que mi madre preparaba los alimentos, es una escuela que yo trasmitiré a los míos. La forma cómo ella administraba la casa, también.  Lo que no hizo, lo aprenderemos de otros modelos. Y así vamos "trasladando" lo bueno que sucedió con nosotros. Pero, lamentablemente... no sólo recibimos lo bueno, también aprendimos de malas maneras y la tendencia humana es pasarle aquello a los seres que amamos.
¡Que difícil es ser madre en estos días!  Los de ayer, nos dirán... "también lo fue en nuestros tiempos". Me refiero más bien a la maldad que florece en el medio ambiente. Nuestros hijos están expuestos y van con lo vorágine de la ciencia y la tecnología. Recuerdo que en nuestra casa, hablar de sexo fue un tabú... Sin embargo, ya he conversado con mis hijos abiertamente sobre este tema y el mayor tiene apenas 12 años.  La corrección, es otro tema complicado de llevar.  Antes, los padres arreglaban todo con el castigo. Si era a las 5 de la mañana y con vara, más rápido se corregía al malcriado. Ahora no... las corrientes te muestran la faceta psicológica... "no castigues físicamente", "no contradigas a tu hijo", "déjalo ser", "se amigo de tu hijo", "acompáñalo, no le niegues nada", etc. 
En esta experiencia que me toca vivir, he aprendido que Madre es quien da la vida, prodiga ternura, prevé la necesidades, ama, enseña, pero también corrige, ríe y llora con los hijos. He aprendido que mucha cosas que hicieron nuestros padres son dignas de trasladar. Otras ni siquiera debemos contemplarlas.  He aprendido que la capacidad para la tolerancia, la paciencia, la organización, el orden y la autoridad, provienen de alguien superior a mi. He aprendido que lo que hago es más estrepitoso y rotundo de lo que digo.  He aprendido que mis hijos son seres "prestados" por Dios para afinar mi vida.  Se me ha encargado la administración de ellos... pero no son para mi. Ellos están para cumplir una determinada misión, que ojalá pueda ayudar a descubrir. Que no son una inversión para mi vida.  Que cuanto más desprendimiento, generosidad y solicitud tenga hacia ellos, mayor satisfacción gozaré cuando no estén. Aprendo a no esperar que devuelvan la "inversión" económica, porque no lo es. Es una herencia. Por lo tanto, les enseño a amarla, ser consecuentes, responsables y no a pisotear su herencia en vida.
No es fácil ser madre.  Los estamos preparando para su madurez, su libertad, su vida propia. 


Hay momentos en que al mirarlos,  sólo quiero verlos bebés, pequeñitos, moldeables... pero recapacito y entiendo que son personas... diferentes, con una vida propia, y que estarán a mi lado por corto tiempo y los años vuelan en mi transitoriedad y lo único que puedo seguir transmitiéndoles es mi amor, pero no ese amor que nos apasiona y nos hace cometer errores, sino a refugiarme en ese amor ágape que sabe amar más allá de nuestras "mochilas" y que cubre todas las faltas, las más pequeñas y las más grandes. Ese amor que me recuerda que soy "autoridad" para ellos y que si bien somos amigos, yo soy la adulta; ellos son los niños. Ese amor que me demanda a no herir, a no dañar a no frustrar. No es fácil, pero es posible.  ¡Feliz Día Madres!

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